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Chile se encamina al balotaje presidencial entre Jara y Kast




Con una participación cercana al 85%, la candidata oficialista Jeanette Jara (Unidad por Chile) obtuvo el primer lugar en las elecciones presidenciales con el 26,85% de los votos, seguida por José Antonio Kast (Partido Republicano), que alcanzó el 23,92%. Como ninguno superó el 50%, ambos competirán en la segunda vuelta presidencial prevista para el 14 de diciembre. Además, se renovó toda la Cámara de Diputados y parte del Senado.

A pesar de que Jara fue la candidata más votada, no logró una ventaja significativa que le permita encarar el balotaje desde una posición cómoda. La derecha, en cambio, llega fortalecida. Los dos principales referentes que quedaron fuera de carrera, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei, anunciaron su apoyo a Kast, lo que consolida un bloque robusto de cara a la definición. Kaiser alcanzó el 13,94% y Matthei el 12,46%, porcentajes que, de trasladarse, podrían dejar a Kast cerca del 50% en la segunda vuelta.

El tercer lugar fue para Franco Parisi (Partido de la Gente), quien obtuvo un 19,71%, un desempeño mayor al anticipado por las encuestas. Su votante, caracterizado por un perfil diverso, con descontento hacia el sistema político tradicional y una fuerte preocupación por seguridad y economía, se vuelve un actor clave para definir el desenlace. Aunque Parisi afirmó que no respaldará a ninguno de los candidatos, su electorado será determinante para inclinar la balanza en un escenario extremadamente competitivo.

De cara al balotaje, Jara intentará ampliar su llegada hacia el centro político y hacia quienes no se sintieron representados por las opciones más polarizadas. En su discurso tras la elección, buscó enviar una señal de moderación retomando propuestas de otros candidatos, como la eliminación del IVA a los medicamentos sugerida por Parisi, iniciativas de cultura impulsadas por Eduardo Artés y medidas sobre oncología planteadas por Matthei. Kast, por su parte, apuesta a consolidar la unidad del amplio espectro de la derecha y a capitalizar la ola de apoyo que recibió desde la noche electoral.

El nuevo Congreso chileno

En paralelo, la elección legislativa reconfiguró el mapa político del Congreso, donde el ala más radical de la derecha aumentó considerablemente su presencia. En la Cámara de Diputados, las coaliciones de derecha alcanzarán 76 bancas a partir del 11 de marzo, apenas dos menos que la mayoría absoluta. La derecha tradicional, sin embargo, pierde peso respecto a la composición anterior, mientras que el pacto Cambio por Chile, que reúne al Partido Republicano, al Partido Social Cristiano y al Partido Nacional Libertario, emerge como uno de los grandes ganadores con 42 escaños. La coalición oficialista Unidad por Chile, por su parte, contará con 61 diputados, en un Congreso donde los partidos independientes pierden casi toda representación y el Partido de la Gente se consolida con 14 bancas como un actor bisagra para cualquier acuerdo legislativo.

En el Senado, donde se renovaron 23 de los 50 escaños, también se observa un fortalecimiento de la derecha más radical. Cambio por Chile pasará de tener un solo escaño a contar con siete, mientras que la derecha tradicional alcanzará cinco nuevas bancas y se ubicará en 18 en total. En conjunto, ambas fuerzas suman 25 asientos, quedando a solo uno de la mayoría absoluta. El oficialismo obtuvo 11 de las 23 bancas en juego y contará con un total de 20 a partir del próximo período, con la posibilidad de articular mayorías con partidos menores como el Verde, el Regionalista y el Humanista. A diferencia de Diputados, el Partido de la Gente no logró representación en esta cámara.

El panorama que dejan las elecciones es de alta competencia y fragmentación política. El próximo gobierno deberá construir acuerdos en un Congreso más polarizado y con nuevos actores que tendrán capacidad de definir la agenda legislativa. Con dos candidaturas fuertes, apoyos reordenados y un electorado que mostró señales de descontento, la segunda vuelta del 14 de diciembre será decisiva para definir no solo a la próxima presidencia, sino también la orientación política del país durante los próximos cuatro años.

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